La araña baila su danza sobre el neón de la contienda, el piano enmudece, amordazado por poco tiempo por la razón que subyace en cada epitelio del sueño lisérgico. Psicotropía como cultura y cultura como arte inacabado, efímero, mal que nos pese. La rueda del dharma sigue su curso, como el dial del transistor, om mani padme hum.
Mantra:
El horador libando sus licores libaneses, confundiendo lividez con levedad, liviano como pestaña de elfo, se deja flotar por siempre en el océano del qué vendrá. Repartiendo regalos innecesarios. Las fechas navideñas nada tienen que ver con esto, responde a otras razones. Repartiendo zapatos de cenicienta encontró el camino hacia su infancia, a la tercera transformación del espíritu, al país de las maravillas de neverland. Al wonderland del neverland. El país del terrorismo poético, de la belleza como razón de su existencia, de la felicidad de la tortuga, del cubrir la piel con piel, de besar los labios de la noche, de los masajes gratuitos y los ojos de placer. Al neverland de la inocencia, del sombrerero loco y una nariz de payaso.
Madness is madness, todo se reduce a eso.
Je vis follement, je vis à la folie.
El horador no tiene consuelo, ni público que beba de sus pestañas. Ni falta que le hacen.
- FIN -
Noooooooooooooo
ResponderEliminarBuen final.
ResponderEliminarpero siempre hay público... ;)
beso
El horador me ha pedido que os de las gracias por haberle aguantado durante estos meses. Entre todos le habéis devuelto un poco de humanidad...
ResponderEliminarGracias, de corazón. Quién sabe, quizás vuelva algún día y ese FIN se convierta en FIN DE LA PRIMERA PARTE. Y quizás la primavera que ya se ve más cercana, "cómo se notan ya los días" que me dice siempre la gente mayor, quizás la primavera sea el momento para un cuento de animales. Podría ser la vida de la polilla, y el horador haría un cameo.
Quién sabe
Un beso muy fuerte