cuántas veces en la vida
me sugirieron
que me centrara en algo,
lo que fuera,
pero que dejara de una vez
de picotear como los pájaros,
que el que mucho abarca etcétera,
que si seguía ese camino
no dejaría jamás
de ser un mediocre principiante,
aprendiz de todo,
maestro de nada
al que nadie tomaría la molestia
de hacer ni puñetero caso.
pero heme aquí, ignorando los consejos
porque cuando muera, al menos,
tendré la sensación
de haber vivido muchas vidas,
músico
alpinista
escritor
amanuense
hortelano
de la tierra y la palabra
filósofo descafeinado
simpático revolucionario
equilibrista
ingeniero
del alambre
susurrador de perros.
en definitiva,
aprendiz de todo,
maestro de nada,
maestro de la
nada, en que un día
ellos —los vendedores
de consejos— y yo
nos convertiremos.
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