el viento acaricia un abedul,
que sonríe a la humedad
después del largo, casi eterno,
infierno veraniego.
los restos de una tormenta tropical
venida a menos
han dejado nubes altas
y unas gotas, pocas,
que caen casi con suavidad
sobre el asfalto.
la esperanza siempre vino
—piensas— como el veneno,
en dosis bajas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario