teclear y fingir que
después de las tertulias,
gran hermano,
los anuncios machacones
de la radio,
la publicidad
hasta en las líneas
de tu mano,
el machote que casi
te hace volar
en la rotonda,
el enésimo cambio súbito
de tu horario de trabajo,
de la sincronía
neurótica
de los semáforos,
los tuits infumables
del político de moda,
la moda infame
y la última dieta
novísima
de tu influencer
de confianza.
fingir que después
de todo esto
aún
nos queda algo
en la sesera.
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