"Fui a los bosques porque quería vivir sin prisa. Quería vivir intensamente y sorberle todo su jugo a la vida, abandonar todo lo que no era la vida, para no descubrir, en el momento de mi muerte, que no había vivido.
No quería vivir lo que no fuera la vida; ¡es tan hermoso el vivir!; tampoco quise practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir profundamente y extraer toda la médula de la vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida, cortar una amplia ringlera al ras del suelo, llevar la vida a un rincón y reducirla a sus menores elementos, y si fuera mezquina, obtener toda su genuina mezquindad y dar a conocer su mezquindad al mundo, o si fuera sublime, saberlo por propia experiencia y poder dar un verdadero resumen de ello en mi próxima salida.
Porque me parece que la mayoría de los hombres se hallan en una extraña incertidumbre acerca de si la vida es del diablo o de Dios, y han deducido apresuradamente que la principal finalidad del hombre aquí es “glorificar a Dios” y gozar de él en la eternidad"
David Thoreau
Cuando el temblor palidece una puesta de sol
cuando tu mano descansa impasible sobre otro rostro
cuando el dolor se estremece en el llanto
cuando un te quiero me besa los labios
en esa hora, en ese instante de fósforo
en ese incendiarse de locura
en esa amalgama de almas
y también de cuerpos, ¿no lo recuerdas?
en esa trocha es bendita la vida
y merece la pena el susurro.