jueves, 18 de diciembre de 2008

Para qué reciclamos


Hace unos días fui partícipe de un suceso que me gustaría relatarles. Sucedió cuando me encontraba depositando el material de deshecho reciclable, previamente separado por materias, en los contenedores habilitados a tal efecto. El caso es que, al encontrarse lleno el contenedor amarillo, deposité la bolsa de plásticos y envases junto a éste, y mientras hacía lo propio con los derivados de la celulosa, apareció, fugaz como un cazador furtivo, un respetable barrendero que, cumpliendo con su oficio, recogió la bolsa que yo había dejado en el suelo para tirarla literalmente a la basura. Antes de que desapareciera, lancé una pregunta retórica que no pude reprimir, ¿para eso reciclamos? El buen hombre me explicó que tenían orden de no dejar nada en el suelo porque si llegaban unos chavales y le daban una patada aquello se repartía por toda la calle y era como si no hubiera realizado su trabajo. Tras conminarme por mi evidente falta de civismo, que violaba seguramente varias de las leyes del urbanismo más elemental, me aconsejó que sólo reciclara cuando los contenedores se encontraran vacíos. Por último, se disculpó por haberse precipitado en condenar mis ansias ecológicas y se fue por donde había venido.

El problema es que él tenía razón, cumplía con su trabajo, incluso sus argumentos me parecieron razonables, y yo también tenía razón, ¿para qué molestarme en tener cuatro bolsas de basura en lugar de una si, estando completos los contenedores, iba a acabar todo junto? La solución de reciclar sólo cuando acabaran de vaciar los contenedores me pareció inviable, puesto que si todos hiciéramos lo mismo, se llenarían a los cinco minutos de haber sido vaciados, y, a partir de entonces, ya no tendría sentido reciclar hasta la semana siguiente, esto con suerte, para que los hubieran vaciado de nuevo. Se me ocurre que la solución pasaría por multiplicar el número de contenedores de reciclaje, pero nos toparíamos, como ya ha ocurrido otras veces y en otros barrios, con la consabida respuesta de la administración referente al precio que asumir esta compra conlleva, y claro, qué podemos hacer nosotros ante argumentos de ese peso específico. Mi pregunta es la siguiente: ¿cuánto dinero se gastan anualmente las administraciones en campañas de concienciación? ¿Cuántos concursos en las aulas de colegios e institutos para diseñar elocuentes carteles que inciten al reciclaje? ¿Cuántos recursos malgastados en pos del racional aprovechamiento de recursos? ¿Para qué tanto esfuerzo si la población ya se encuentra concienciada y tan comprometida con el medioambiente y el reciclaje que los contenedores se tornan insuficientes? ¿No deberíamos concienciar a la propia administración de que hicieran bien el trabajo que se les encomendó al ser elegidos cargos públicos? ¿Para cuando una campaña de concienciación de gobernantes, concejales, diputados, procuradores, etc.? Realmente, ¿no comprenden que el reciclaje, por definición, consiste en obtener beneficios, no sólo para el medioambiente, también económicos, de los desperdicios que todos generamos?

2 comentarios:

  1. Yo me llevo cada dos o tres días en el coche montones de bolsas con plásticos y envases, con papel y cartón, o con botellas, porque cerca de mi casa sólo hay contenedores grandes de basura. Creía que eso sólo pasaba por aquí. Ya veo que no. He escrito en más de una ocasión al Ayuntamiento, y hasta contestan y todo, pero todo sigue igual.
    Un saludo

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  2. Yo también escribí sobre ese tema, pero nadie responde. Es preferible hacer como que el tema importa, pero en realidad lo que importa son las apariencias, salir en los periódicos... Los contenedores amarillos siguen escaseando, y continua la basura por el suelo, ¿Hasta cuando?

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