
Lleva dos días sin parar de llover, con un aire envuelto en una densa neblina, que serpentea por entre las ramificaciones del Tera. Va arrasando a su paso todo olor y vestigio del verano, verano marchito, rubicundo, que acepta su renuncia y su derrota en cada hoja seca que se mece cual hamaca a merced de la brisa.No quedan restos de ti, no, no hay palabras capaces de sobrevivir a esta llovizna. El agua de los charcos fue lamiendo la tinta de los versos, no queda nada...
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